Con Liliana Moreno partimos de una intuición: si la vida de una mujer puede asimilarse al ciclo de la siembra, desandando la historia de una mujer madura (Ella) podríamos encontrar este devenir cíclico y llegaríamos al tiempo de cosecha de los frutos y en él a la necesidad de celebración y ofrenda, es decir, a la ritualidad misma y al teatro como ceremonia...
Ella tenía el núcleo de una idea, una idea que fuimos desovillando como una madeja...
y sentía que el desarrollo de esta idea, era teatro ritual.
Me convocó en octubre del 2009 y enseguida pusimos la vida sobre la mesa.
Y sí. Claro que lo era. Lo cíclico aparecía con fuerza, la búsqueda, la celebración...
Apareció un mito que fue reescrito como cuento: la historia de la muchacha y el vino secreto. Y apareció lo mandálico. Y empezamos a buscar y a crear...
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